El término big data se ha utilizado recientemente para referirse a la cantidad cada vez mayor de información que las organizaciones almacenan, procesan y analizan, debido al creciente número de fuentes de información en uso. Según una investigación realizada por IDC, solo en 2011 se crearon y replicaron 1,8 zettabytes (1,8 billones de gigabytes) de información y esa cantidad se duplica cada dos años.1 En la próxima década, la cantidad de información administrada por los centros de datos empresariales crecerá 50 veces, mientras que el número de profesionales de TI se expandirá solo 1,5 veces.
Los volúmenes de datos continúan expandiéndose a medida que toman una gama cada vez más amplia de fuentes, gran parte de las cuales están en forma no estructurada. Las organizaciones quieren extraer valor de esos datos para descubrir las oportunidades para el negocio que contienen. Pero la naturaleza centralizada de los grandes almacenes de datos crea nuevos desafíos de seguridad.
Las herramientas tradicionales no están, por sí solas, a la altura de la tarea de procesar la información que contienen los datos, y mucho menos garantizar que sea segura en el proceso. Colin Tankard de Digital Pathways explica que los controles deben colocarse alrededor de los datos en sí, en lugar de las aplicaciones y los sistemas que almacenan los datos.