A mediados del siglo XIX, los químicos europeos estaban en un estado de confusión y desacuerdo sobre los conceptos más fundamentales de la química. El trabajo de Stanislao Cannizzaro (1826-1910), un químico italiano relativamente desconocido, les ayudó a salir de este atolladero.

En 1858 Cannizzaro esbozó un curso de química teórica para estudiantes en la Universidad de Génova, donde tuvo que enseñar sin el beneficio de un laboratorio. Utilizó la hipótesis de un compañero italiano, Amedeo Avogadro, que había muerto apenas dos años antes, como una vía para salir de la confusión desenfrenada entre los químicos sobre los pesos atómicos y la estructura fundamental de los compuestos químicos.

Dilucidando la hipótesis de Avogadro

Avogadro había hipotetizado en 1811 que volúmenes iguales de gases a la misma temperatura y presión contienen el mismo número de moléculas, de lo que se deduce que los pesos moleculares relativos de dos gases cualesquiera son los mismos que la relación de las densidades de los dos gases bajo las mismas condiciones de temperatura y presión. Avogadro también razonó que los gases simples no estaban formados de átomos solitarios, sino que eran moléculas compuestas de dos o más átomos. Según todos los relatos, Cannizzaro fue mucho más claro en sus explicaciones que Avogadro, y como químico orgánico también mostró cómo las ideas de Avogadro podían aplicarse a esta rama de la química. Cannizzaro, en su esquema de curso, argumentó que las teorías de Avogadro eran la clave para crear un conjunto estándar de pesos atómicos, un objetivo muy buscado, pero su trabajo pasó relativamente desapercibido.

En 1860 se celebró el primer congreso químico internacional en Karlsruhe, Alemania, para resolver algunas de las disputas químicas contemporáneas: cómo definir la molécula y el átomo, qué nomenclatura química usar, cómo determinar los pesos atómicos, etc. Después de mucha discusión, los químicos acordaron regresar a casa para decidir por sí mismos cómo proceder. Sin embargo, muchos participantes se llevaron un folleto—una versión impresa del esquema del curso de Cannizzaro, Sunto di un corso di filosofia chimica—que pareció convincente después de leerlo. Dentro de una década, las ideas de Cannizzaro con respecto a los pesos atómicos se habían extendido por toda la comunidad científica y fueron incorporadas por Julius Lothar Meyer y Dmitri Mendeleev, ambos famosos en tablas periódicas. Mendeleev reconoció que su tabla periódica estaba inspirada en el trabajo de Cannizzaro.

Químico y Activista Político

Nacido en Palermo, Sicilia, donde su padre era juez y el ministro de la policía, Cannizzaro más tarde asistió a la escuela de medicina, que encendió su interés en la química. A pesar de las conexiones de su familia con la corte real de Nápoles, Cannizzaro se unió a la revolución antimonárquica de 1848 en Sicilia. Cuando fracasó, huyó a París, donde reanudó sus estudios químicos. Después de regresar a Italia, ocupó cargos académicos en Alessandria, donde elaboró la «reacción de Cannizzaro» -la autooxidación y reducción de aldehídos-y Génova, donde expuso la hipótesis de Avogadro.

En 1860 Cannizzaro apoyó una segunda revuelta siciliana, dirigida por el general Giuseppe Garibaldi y sus fuerzas, que luchaban para lograr una Italia unida. Posteriormente, Cannizzaro tomó parte en el nuevo gobierno con sede en Palermo, mientras simultáneamente expandía el programa de estudios químicos en la universidad de Palermo. Tras la unificación final de Italia en 1871, Cannizzaro se trasladó a Roma, donde continuó sus funciones como figura pública y como científico químico y educador.

La información contenida en esta biografía se actualizó por última vez el 4 de diciembre de 2017.