La toxicidad cardiovascular es una posible complicación a corto o largo plazo de la terapia contra el cáncer. La exposición a medicamentos de quimioterapia, principalmente de la clase de las antraciclinas, puede conducir a una disfunción cardíaca clínicamente significativa potencialmente irreversible. El advenimiento de nuevos agentes biológicos, incluidos los anticuerpos monoclonales y los inhibidores de la tirosina cinasa, ha revolucionado el tratamiento de varios tipos de neoplasias malignas. Aunque las terapias dirigidas se consideran menos tóxicas y son mejor toleradas por los pacientes en comparación con los fármacos quimioterapéuticos clásicos, se observaron complicaciones graves poco frecuentes y se necesita un seguimiento a más largo plazo para determinar el perfil exacto de los efectos adversos cardíacos relacionados. La toxicidad cardíaca relacionada con los tratamientos para el cáncer puede variar desde anomalías subclínicas asintomáticas, incluso cambios electrocardiográficos y disminución temporal de la fracción de eyección del ventrículo izquierdo, hasta eventos potencialmente mortales, como insuficiencia cardíaca congestiva o síndromes coronarios agudos. La evaluación de la prevalencia, el tipo y la gravedad de la toxicidad cardíaca causada por diversos tratamientos para el cáncer es un tema crítico para el manejo del paciente y, específicamente, para el desarrollo de nuevos medicamentos. Se han formulado directrices para controlar los efectos adversos cardíacos; sin embargo, las pruebas de apoyo adecuadas siguen siendo limitadas. Dada la tasa de desarrollo de nuevos medicamentos diseñados para satisfacer las necesidades oncológicas no satisfechas, se necesitan esfuerzos para promover estrategias para la detección y el manejo del riesgo cardíaco y para evitar consecuencias no deseadas que potencialmente impidan el desarrollo, la aprobación regulatoria y el acceso de los pacientes a terapias nuevas. Estos avances requieren una investigación continua para evaluar y controlar la seguridad cardiovascular de los pacientes tratados con agentes anticancerosos, así como una colaboración bien organizada entre oncólogos y cardiólogos. El objetivo de esta revisión es resumir las toxicidades cardiovasculares potenciales para una variedad de quimioterapéuticos para el cáncer y revisar los mecanismos generales de toxicidad cardiovascular para cada agente.