el síncope se define como una pérdida transitoria del conocimiento debido a hipoperfusión cerebral global y representa una de las principales causas de llegada al servicio de urgencias. En el abordaje inicial del paciente en este contexto es fundamental estratificar el riesgo para síncope de causa cardíaca, promoviendo un adecuado estudio etiológico y orientación terapéutica. La etiología más común es el reflejo vasovagal, que parece ser el resultado de una respuesta autonómica paradójica con la consiguiente hipotensión y/o bradicardia. Aunque el síncope vasovagal es una condición sin impacto en la mortalidad, a menudo afecta a una población joven y causa una morbilidad significativa, especialmente cuando se asocia con una alta tasa de recurrencia. En el abordaje terapéutico del síncope se incluyen estrategias no farmacológicas conductuales y terapéuticas farmacológicas que actúan en los diversos niveles del arco reflejo desencadenante del episodio sincopal. Sin embargo, ambos están respaldados solo por evidencia de robustez limitada. En los casos en que estas intervenciones resultan insuficientes, el uso de marcapasos definitivo ha sido propuesto como estrategia terapéutica, ahora con mayor fuerza de robustez en las actuales recomendaciones europeas. Los estudios iniciales no aleatorizados y no ocultos demostraron un beneficio potencial de tal intervención, con una recurrencia reducida de episodios sincopales. Sin embargo, los estudios aleatorizados y doble ciego tienen resultados dispares. Sobre la base de las diferencias de estos estudios, los autores realizaron una revisión exhaustiva de la literatura sobre la evidencia del ritmo cardíaco y sus algoritmos y los factores a considerar en la decisión diagnóstica y terapéutica individualizada, en el paciente con síncope vasovagal recurrente.