Como anexo a los posts sobre San Lázaro y la Batalla de Kosovo, vuelvo a una de mis novelas favoritas. Hay una referencia interesante y pasajera a Kosovo en Drácula, donde Stoker (¿o quizás el Conde?) y Leonard Wolf, en su nota sobre el pasaje, me parece que malinterpreta la importancia de Kosovo entre los pueblos ortodoxos de los Balcanes. En el curso de su emocionante lección de historia nocturna, el Conde le dice a Jonathan Harker (Bram Stoker, El Drácula anotado, ed. Leonard Wolf, ilust. Sätty, p. 31):
¿Quién más que nosotros en las Cuatro Naciones recibió la ‘espada sangrienta’, o a su llamada bélica acudió más rápido al estandarte del Rey? Cuando fue redimida la gran vergüenza de mi nación, la vergüenza de Casova, cuando las banderas de Valaca y Magiar bajaron por debajo de la Media Luna, ¿quién era sino uno de mi propia raza que como Voivoda cruzó el Danubio y venció al turco en su propio terreno? ¡Esto era un Drácula de verdad!
Me parece que es bastante idiosincrásico de Drácula llamar a Kosovo ‘esa gran vergüenza de mi nación’, cuando los propios serbios lo consideraban glorioso-‘ Todo era santo y honorable, y aceptable para Dios misericordioso’, dicen los poetas (qtd. en P. Justino, «Vida del Santo y Gran Mártir Zar Lazar de Serbia», El Misterio y el Significado de la Batalla de Kosovo, trad. P. Todor Mika & p. Stevan Scott, p. 39) – o al menos de acuerdo con la naturaleza trágica de las cosas (per Simic). Desafortunadamente, el problema se ve agravado por la nota de Wolf, donde cita a William Stearns Davis en el sentido de que «la batalla de Kossova había demostrado que estaba más allá del poder del pueblo balcánico hacer que los intrusos salieran de Asia» (qtd. en Stoker, p. 32, n. 17). Claramente, esto no era la comprensión de los serbios de la batalla.