Si una designación de hito califica como el acto máximo de amor en la Ciudad de Santa Bárbara, La Casa de la Raza recibió una declaración unánime de adoración del Ayuntamiento este martes. Los concejales designaron el edificio de La Casa en el 601 de la calle Montecito Este como un hito por su mezcla de arquitectura colonial española y sus famosos murales con temática de chicanismo realizados en el interior por el muralista de Santa Bárbara Manuel Unzueta. Pero más que eso, el aserradero de una sola vez convertido en un centro comunitario latino en el apogeo del movimiento del orgullo marrón en la década de 1970 fue designado por lo que encarnaba. Fue un lugar de encuentro cultural y político para artistas, músicos, atletas, bailarines, proveedores de servicios sociales, oradores públicos, tutores, maestros, activistas políticos y aquellos que necesitaban espacio para celebrar una quinceañera.
Hablando en la reunión del consejo del martes fueron muchos los que recordaron La Casa en su apogeo. Frank Rodríguez de CAUSE se refirió al papel de La Casa en las luchas por los derechos de los inmigrantes, recordando que estaba en 2do grado en 1992 cuando los votantes de California aprobaron la Proposición. 187, que negaba a los inmigrantes indocumentados el acceso a una serie de servicios sociales. Rodríguez recordó que el patio de recreo de la Escuela Primaria Franklin estaba casi vacío. Cuando preguntó dónde estaban los otros niños, dijo, le dijeron que todos habían ido a La Casa de la Raza.
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Incluso en los últimos años, cuando La Casa había caído en tiempos financieros difíciles, enfrentándose a acciones de ejecución hipotecaria, La Casa proporcionó un refugio para la gente durante el Incendio de Thomas y el Flujo de Escombros de 1/9. Durante la pandemia, La Casa proporcionó espacio para organizaciones que distribuían alimentos y asistencia a quienes se enfrentaban a dificultades económicas repentinas.
El estado de hito protegerá el edificio de ciertos tipos de cambios que a sus defensores les preocupaba que pudieran ser planeados por Tomás Castelo, quien ganó la propiedad en la reciente acción de ejecución hipotecaria. Castelo fue el primer presidente de La Casa de la Raza cuando se fundó inicialmente en 1970. Sus planes finales para el edificio, un estuco de tres pisos con una torre octogonal distintiva, no están claros, pero sus relaciones con los actuales miembros de la junta directiva de La Casa no han estado exentas de turbulencias. Aún así, él y ellos han estado tratando de llegar a un entendimiento que permita que muchas de las funciones definitorias que han tenido lugar en La Casa continúen.Ana Rosa Rizo-Santino, activista y presidenta de la junta directiva de La Casa, habló sobre las mujeres anónimas que a lo largo de los años mantuvieron abiertas las puertas de La Casa, diciendo que «en silencio dieron, pero no recibieron flores. Agradeció al alcalde y a los concejales por regalar a La Casa de la Raza las flores que se merece.»
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