ARTRITIS CAUSADA POR RETROVIRUS
Una hipótesis intrigante es que la AR es causada por una infección con un retrovirus (Trabandt et al., 1992; Nakajima et al., 1993). Los retrovirus son virus de ARN que se replican mediante una serie de eventos que incluyen la transcripción inversa del genoma del ARN viral en el ADN, la integración del provirus del ADN en el genoma del huésped y la producción posterior de ARN viral, proteínas virales y viriones hijas utilizando maquinaria de la célula huésped. Basándose en su comportamiento biológico, los Retroviridae se subdividen en tres familias: los Lentivirus, los Oncornavirus y los Espumavirus. Los oncornavirus causan transformación celular in vitro y producen leucemia-linfomas y tumores sólidos in vivo. Los lentivirus no oncogénicos causan fusión celular y lisis en cultivo y producen infecciones crónicas lentas en sus huéspedes. La artritis inflamatoria crónica de seres humanos y animales domésticos se ha rastreado a lentivirus y oncornovirus adquiridos exógenamente.
Una de las manifestaciones proteicas de la infección por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), un lentivirus, es una poliartritis inflamatoria simétrica, no supurativa, que se desarrolla en un subgrupo de pacientes con síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA). Los síndromes artríticos más comúnmente asociados con el SIDA son el síndrome de Reiter y la artritis psoriásica (Calabrese, 1993). Un grupo de síndromes artríticos heterogéneos y vagamente definidos ocurre con menos frecuencia (Rynes, 1991). La patogénesis de estas afecciones no se comprende bien. Tanto el ADN del VIH como la proteína antigénica del núcleo del VIH se detectan en el tejido sinovial de pacientes con SIDA y artritis. Este material puede ser transportado a la articulación por los macrófagos, un importante reservorio del VIH (Meltzer y Gendelman, 1992). La posibilidad de que el ReA se desarrolle secundario a una disfunción inmunitaria en las superficies de la mucosa se considera pero no está probada (Espinoza et al., 1992). En relación con las enfermedades reumáticas, es de destacar que en los individuos infectados por el VIH la artritis crónica se desarrolla en ausencia de un complemento normal de células T CD4+. Además, los pacientes con AR que desarrollan SIDA a menudo experimentan una remisión de su artritis (Furie, 1991), de acuerdo con otras pruebas de que los linfocitos CD4+ son elementos hospedantes importantes en la artritis crónica de la AR. Para más revisiones de SIDA y AR, consulte los capítulos 2 y 4 de este volumen.
Una artritis crónica de cabras y ovejas es causada por una infección con los lentivirus, el virus de la artritis y encefalitis caprina (CAEV) y el virus visna maedi (VMV), estrechamente relacionados, respectivamente. Las infecciones por lentivirus se caracterizan por períodos latentes prolongados, de ahí el término original «virus de crecimiento lento». La transferencia no productiva de viriones infecciosos de célula a célula es característica y permite que el virus persista en el huésped durante largos períodos de tiempo a pesar de las fuertes respuestas inmunitarias celulares y humorales. Las variantes antigénicas del VECAE surgen con frecuencia durante la infección, pero esto no parece ser un mecanismo primario de supervivencia (Cheevers et al., 1991). El CAEV infecta células del linaje monocito-macrófago y hay evidencia de que la artritis CAEV es impulsada por la expresión esporádica de antígenos CAEV en macrófagos sinoviales infectados (Narayan et al., 1992). Sin embargo, al igual que con la enfermedad de Lyme, esta interpretación es difícil de conciliar con el hecho de que la gravedad de la artritis aumenta con frecuencia en un momento en que se pueden identificar muy pocas partículas de virus en la articulación. CAEV infecta a las células sinoviales (Hullinger et al., 1993), aunque no exclusivamente (Zink et al., 1990), y causa múltiples anomalías del sistema inmune del huésped. Más notablemente, los macrófagos infectados por CAEV son hiperactivos, una característica que se detecta in vitro como un aumento de la tasa de respuesta proliferativa de células T a los antígenos presentados por macrófagos infectados por CAEV versus macrófagos no infectados (Banks et al., 1989). No se conocen los mecanismos por los cuales el CAEV amplifica la respuesta inmune del huésped. Sin embargo, hay alguna evidencia de que el CAEV eleva la expresión superficial de moléculas MHC clase II en células infectadas. Además, es posible la síntesis de citocinas o viroquinas proinflamatorias por macrófagos infectados por el virus CAEV (Michaels et al., 1991). El retrovirus de visna se ha estudiado con menos intensidad. Se detectaron factores reumatoideos más autoanticuerpos a ADNss y cardiolipina en ovejas infectadas experimentalmente con el virus del visna (Harkiss et al., 1993).
HTLV-I, un oncovirus de tipo C, es el agente etiológico de la leucemia-linfoma de células T humanas adultas, una proliferación maligna de células T maduras, y se asocia con ciertos trastornos neurológicos progresivos (Hollsberg y Halfer, 1993). El HTLV-I contiene un impuesto denominado gen que no se encuentra en la mayoría de los retrovirus. La proteína impositiva transactiva la transcripción del ARN viral y de los oncogenes de la célula huésped, intensificando así la replicación del virus y promoviendo la transformación celular. El producto del gen impositivo también regula la síntesis de células huésped de IL-2, receptores de IL-2 y al menos dos citocinas activadoras de macrófagos. En humanos se desarrolla una artropatía asociada al HTLV-I(Sato et al., 1991) y se caracteriza por la presencia de linfocitos T CD4+ o CD8+ atípicos en una sinovia hiperplásica invasiva que exhibe una mayor expresión de antígenos HLA-DR (Nishioka et al., 1993). Estas actividades de las células sinoviales podrían deberse a citoquinas producidas por infiltración de células T transformadas por HTLV-I. Sin embargo, el análisis de material de biopsia fresco indicó que el ADN proviral y los productos de los genes HTLV-I gag y env también están presentes en las células mesenquimales no linfoides. También se ha identificado ADN proviral del HTLV-I en células sinoviales clonadas derivadas de pacientes con artritis asociada al HTLV-I (Kitajima et al., 1991). Por lo tanto, el HTLV-I puede infectar directamente las células sinoviales, causando una activación y proliferación de células malignas que resulta en artritis crónica progresiva (Nakajima et al., 1993).
Se identificaron moléculas antigénicamente relacionadas con ciertos antígenos del HTLV en material de biopsia sinovial reumatoide (Ziegler et al., 1989). Además, las células sinoviales reumatoideas tienen muchas características funcionales y metabólicas que recuerdan a una transformación inducida por retrovirales. Por lo tanto, se ha propuesto que un retrovirus aún desconocido relacionado con el HTLV podría estar etiológicamente relacionado con la AR (Trabandt et al., 1992).
Se han desarrollado ratones transgénicos para el gen tributario HTLV-I para estudiar este trastorno (Iwakura et al., 1991). Los ratones transgénicos de impuestos desarrollan una artritis inflamatoria espontánea de los pies a los 2-3 meses. Las articulaciones afectadas muestran una lesión granulomatosa invasiva en asociación con infiltración de células mononucleares, pannus y erosión de hueso y cartílago. El transgén se expresó con mayor fuerza en las articulaciones, las glándulas salivales y el sistema nervioso central, tejidos que se asocian comúnmente con la enfermedad inducida por retrovirus. El desarrollo de estos ratones demuestra claramente el potencial artritogénico de genes retorvirales adecuadamente integrados.