Artículo

Melissa Johnson*

Facultad de Agricultura, Medio Ambiente y Ciencias de la Nutrición, Universidad de Tuskegee, Estados Unidos

Resumen

Las enfermedades y trastornos cardiometabólicos siguen siendo las causas más importantes y principales de morbilidad y mortalidad en los Estados Unidos, así como a nivel mundial. Entre los trastornos cardiometabólicos, las enfermedades cardiovasculares (ECV) tienen la mayor prevalencia; otros trastornos cardiometabólicos estrechamente relacionados con las ECV, como la diabetes mellitus y el Síndrome Metabólico (SM), siguen contribuyendo también a la carga de la salud pública. Los riesgos comunes de trastornos cardiometabólicos incluyen características biológicas (es decir, predisposición genética, raza, edad, género), demográficas (nivel socioeconómico), dietéticas (ingesta dietética), conductuales (por ejemplo, actividad física) y ambientales (por ejemplo, entornos obesogénicos, aterogénicos, cancerígenos). Paradójicamente, el riesgo dietético es tanto el riesgo más modificable como el menos modificable para ciertas enfermedades, ya que otras características modificables y no modificables actúan en sinergia para influir en la ingesta dietética. Aunque existen muchos hallazgos de investigación inconclusos y contradictorios, los beneficios de consumir una dieta de alta calidad se valoran constantemente y el papel de la dieta en la protección de la salud cardiometabólica no se puede subestimar. Las dietas ricas en granos integrales, verduras sin almidón y frutas, moderadas en alimentos procesados y granos refinados, y en consecuencia, una proporción más baja de ácidos grasos omega-6 a omega-3 parecen ofrecer el mayor beneficio potencial. Esta mini revisión resume brevemente las implicaciones de la dieta y la ingesta nutricional para la salud cardiometabólica.

Introducción

A menudo se manifiestan como enfermedades de base inflamatoria, los trastornos cardiometabólicos pueden ser uno de los indicadores más irrefutables de la salud cardiometabólica. Aunque no se ha establecido una definición consensuada de salud cardiometabólica, la salud cardiometabólica de un individuo (y la aptitud cardiorrespiratoria) pueden estar inversamente relacionadas con el riesgo de sobrepeso/obesidad, resistencia a la insulina, diabetes mellitus tipo 2, hipertrigliceridemia, presión arterial, concentraciones de proteína C reactiva y enfermedad cardiovascular (ECV)1-3. La prevalencia de ECV entre 2011 y 2014 fue de aproximadamente el 36,6% de los adultos estadounidenses (de 20 años en adelante), con varones afroamericanos no hispanos (46,0%) y mujeres (47%).7%) con una prevalencia significativamente mayor que la de otros grupos étnicos4. Además, no se puede negar la conexión dinámica entre las ECV y el Síndrome Metabólico (SM), ya que la evidencia epidemiológica ha demostrado la superposición de riesgos, comorbilidades y resultados para ambas condiciones5. A lo largo de los años6, 7, se han producido aumentos constantes en la prevalencia de SM, definidos como un conjunto de factores de riesgo clínicos (es decir, adiposidad abdominal, hipertensión, dislipidemia, resistencia a la insulina) que aumentan significativamente el riesgo de ECV,diabetes mellitus tipo 2 y ciertos cánceres. Se estima que el SM es prevalente en ~1 de cada 4 adultos, con tasas que aumentan con el aumento de la edad8. La creciente omnipresencia de estas condiciones casi epidémicas puede afectar de manera indeseable a la salud pública, ya que los riesgos de comorbilidades y mortalidad prematura aumentan significativamente con el aumento de la prevalencia. Por lo tanto, mitigar los riesgos asociados con los trastornos cardiometabólicos y proteger la salud cardiometabólica es una preocupación primordial de los profesionales de la salud pública.

La Carga de la Enfermedad Cardiometabólica para la Salud Pública Mundial

Los trastornos cardiometabólicos no solo pueden afectar negativamente a la salud individual, sino que también pueden comprometer la salud pública mundial. Lamentablemente, las variaciones raciales y geográficas del riesgo siguen exacerbando los resultados adversos de la salud cardiometabólica 9, en particular entre las poblaciones vulnerables y de riesgo desatendidas. Las inconsistencias en las medidas y los resultados de la salud cardiometabólica contribuyen aún más a las disparidades en materia de salud y a los desafíos para la salud pública mundial10. De manera apropiada, la prevención de los trastornos cardiometabólicos requiere un enfoque integrador que considere las características biológicas, dietéticas, conductuales, ambientales y otras características clave. Debido a que el riesgo de enfermedad se extiende a través de la división naturaleza-crianza (Figura 1), un protocolo multidisciplinario de prevención y tratamiento debe considerar todos los factores involucrados. Entre los factores clave, la dieta es uno de los más críticos, ya que proporciona nutrientes esenciales y no esenciales necesarios para la salud cardiovascular, el funcionamiento cognitivo, la función inmune, la homeostasis y el sustento de la vida.

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Figure 1. Simplified influence of biological, demographic, dietary, behavioral and environmental characteristics* on cardiometabolic disease indicators.

(*ATOC: ambiente aterogénico, toxicogénico, obesogénico, cancerígeno, un ambiente que facilita el desarrollo de enfermedades debido a la oportunidad limitada de participar en actividad física, adquirir alimentos (desierto de alimentos) y recibir recursos y servicios de atención médica preventivos y/o de tratamiento, este ambiente también puede estar saturado de restaurantes de comida rápida / tiendas de conveniencia(pantano de alimentos) y toxinas ambientales; IMC: Índice de Masa Corporal; CC: complicación o comorbilidad; GDM: diabetes mellitus gestacional; HDL-C: colesterol de lipoproteínas de alta densidad; IES: Índice de Alimentación Saludable, una medida de la calidad de la dieta que considera la variedad dietética y el cumplimiento de las Pautas Dietéticas para los estadounidenses; LDL-C: colesterol de lipoproteínas de baja densidad; SES: nivel socioeconómico; SLS: estilo de vida sedentario; CT: colesterol total) **Esta cifra no es exhaustiva y no captura los enormes riesgos de enfermedad cardiometabólica.

Transición dietética / Nutricional

Aunque abundante en productos animales, la dieta anterior de cazadores-recolectores no se consideraba aterogénica en la naturaleza 11. El mayor consumo complementario de fibra dietética, antioxidantes, fitoquímicos, compuestos bioactivos, vitaminas, ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados, de fuentes vegetales y una menor proporción de ácidos grasos omega – 6/omega-3, de hecho, podría haber proporcionado protección cardiovascular. Se cree que otras características de estilo de vida y ambientales (por ejemplo, mayor actividad física, menor exposición a toxinas ambientales, falta de fumar cigarrillos) también han contribuido sinérgicamente a la salud cardiometabólica del cazador-recolector. Sin embargo, durante la transición nutricional, la «occidentalización» de la producción de alimentos dio lugar a una mayor disponibilidad de alimentos procesados, ingestas excesivas de calorías, azúcar, sodio y grasas, y una disminución de la calidad de la alimentación12. Esta transición nutricional también dio lugar a un aumento de la ingesta de ácidos grasos omega-6 y a una consiguiente elevación de la proporción de ácidos grasos omega-6/omega-3 en la dieta 13,14. En consecuencia, el patrón dietético más occidentalizado (y las características del estilo de vida) han dado lugar a deficiencias/toxicidades nutricionales, desequilibrios fisiológicos, inflamación crónica y enfermedad15,16. No es sorprendente que estas dietas aterogénicas, obesogénicas, diabéticas, cancerígenas y toxicogénicas hayan facilitado la patogénesis de enfermedades crónicas relacionadas con la dieta, como las ECV, la diabetes, la obesidad y ciertos cancerígenos17,18. Tendencias similares en las enfermedades crónicas relacionadas con la dieta, como la malnutrición (desnutrición y sobrealimentación), la obesidad, la diabetes, la dislipidemia, la hipertensión y las enfermedades cardiovasculares, son evidentes tanto en países desarrollados como en desarrollo19. Aún más preocupante es la evidencia observacional de que las tendencias en el riesgo (p. ej., dietética, socioeconómica, actividad física) emergen en la infancia y continúan en la edad adulta, predictivos de la salud cardiometabólica20-22.

Protección dietética de la Salud cardiometabólica

A la luz de las amenazas cardiometabólicas introducidas durante la transición nutricional, la disponibilidad durante todo el año de alimentos que antes se consideraban estacionales brinda una oportunidad para mejorar la calidad de la dieta. La Dieta Mediterránea, caracterizada por ser rica en alimentos de origen vegetal y tener una relación de ácidos grasos omega-6/omega-3 más baja, ha producido efectos genómicos nutricionales positivos en la salud cardiometabolica23-25. Los compuestos bioactivos no nutritivos que se encuentran comúnmente en las plantas pueden influir favorablemente en la nutrigenómica y cambiar el equilibrio en la dirección de la promoción de la salud y la prevención de enfermedades al modificar selectivamente las vías metabólicas específicas y atenuar los mecanismos inflamatorios implicados en los patógenos de enfermedad26,27. Además, la investigación ha demostrado la capacidad de las verduras de hoja verde y la proporción de ácidos grasos omega-6/omega-3 en la dieta para modificar el riesgo de enfermedad al influir en los perfiles de ácidos grasos, la presión arterial y los marcadores de inflamación en un estudio con animales28,29. Aunque se ha aprobado la restricción calórica para beneficiar la salud metabólica30, 31, se ha sugerido que el contenido de macronutrientes de la dieta, en lugar de la ingesta calórica total, guía la salud cardiometabólica32. Curiosamente, la influencia de la ingesta de macronutrientes en la grasa corporal, la presión arterial y los lípidos sanguíneos, parece variar entre hombres y mujeres33. Además de los macronutrientes, otros componentes dietéticos pueden apoyar la salud cardiometabólica al facilitar procesos específicos que optimizan el funcionamiento cardiometabólico (Figura 2).

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Figura 2. Posibles efectos cardiometabólicos de los componentes dietéticos§.

§ Componentes no nutritivos de los alimentos, incluidos, entre otros, los fitoquímicos (carotenoides, flavonoides, isoflavonas, polifenoles), isotiocianato, fitoesteroles y taninos.

La Relación de ácidos grasos Omega-6/Omega-3

Los ácidos grasos poliinsaturados esenciales omega-3 y omega-6 tienen una serie de funciones fisiológicas en integridad y viabilidad celular, función inmune, inflamación y riesgo de enfermedad34,35. Aunque la capacidad de los ácidos grasos omega-3 para prevenir enfermedades en estudios epidemiológicos ha dado resultados contradictores36-38, se ha sugerido que los ácidos grasos omega-3 pueden ejercer acciones beneficiosas para reducir los riesgos asociados con los SM al influir en el estado oxidativo, la homeostasis de la glucosa, el metabolismo de los lípidos y la adipositidad39. Se ha propuesto que la reducción de la ingesta de ácidos grasos omega-6 (por debajo de los niveles recomendados actuales del 5% al 10% de la energía total) podría aumentar el riesgo de ECV40. Teniendo en cuenta esto, se ha sugerido que las personas consuman ingestas «óptimas» de ácidos grasos poliinsaturados omega-3 y omega-6 que no solo prevendrán la deficiencia de ácidos grasos esenciales, sino que disminuirán el riesgo de enfermedades crónicas40. Se han observado variaciones genéticas raciales en el metabolismo de los ácidos grasos omega-6 y omega-341-44 y pueden ofrecer una explicación fraccionada de las disparidades en la prevalencia de enfermedades entre ciertos grupos raciales.

El delicado equilibrio en la ingesta de ácidos grasos omega-3 y omega-6 no solo afecta a la producción de metabolitos eicosanoides que facilitan las respuestas inflamatorias y otras homeostáticas, sino que es fundamental en la patogénesis de enfermedades con epicentro inflamatorio, como las enfermedades cardiovasculares, la diabetes,las enfermedades degenerativas y los trastornos mentales45, 46. Los desequilibrios en la proporción de ácidos grasos omega-6 y omega-3 pueden dar lugar a desequilibrios en los mediadores endógenos y en las interacciones entre genes y nutrientes, con consecuencias biológicas que pueden influir en el riesgo de enfermedad47-49. Se cree que una ingesta adecuada de ácidos grasos poliinsaturados omega-3 y omega-6 esenciales, combinados con características dietéticas, de comportamiento y de otro tipo de estilo de vida que promueven la salud, también reducen, por defecto, el riesgo de enfermedades crónicas50 – 52.

Conclusiones

La transición drástica de patrones dietéticos abundantes en alimentos de origen vegetal (p. ej., granos integrales, legumbres, verduras, frutas) y carnes magras a menos alimentos vegetales y granos más refinados y alimentos procesados, ricos en calorías, azúcar agregada, sodio y grasas (totales y saturadas), han afectado desfavorablemente la salud humana. La disminución gradual de la calidad de la dieta, junto con otras características demográficas, de comportamiento y ambientales, ha dado lugar a la aparición y el mantenimiento de enfermedades crónicas relacionadas con la dieta. El inicio de vías metabólicas específicas después de la ingesta de nutrientes acelera los resultados nutrigenómicos y nutrigenéticos que pueden afectar de manera beneficiosa o adversa la salud cardiometabólica. El patrón dietético típico occidental exacerba el riesgo de enfermedad cardiometabólica, ya que mejora un microambiente fisiológico que fomenta el inicio de vías proinflamatorias.

Debido a que la dieta (y la nutrición) afectan directamente el genoma, el transcriptoma, el proteoma y el metaboloma, las alteraciones posteriores en la salud cardiometabólica siguen a las alteraciones en la ingesta dietética. Los patrones dietéticos destinados a reducir los riesgos cardiometabólicos deben equilibrarse en los alimentos de origen vegetal, las carnes magras, los ácidos grasos esenciales omega-3 y omega-6 y los compuestos bioactivos no nutritivos. Por lo tanto, optimizar la ingesta nutricional y la calidad de la dieta se convierte en primordial para salvaguardar la salud cardiometabólica. Como la salud cardiometabólica es un problema de salud pública, minimizar el riesgo de resultados adversos cardiometabólicos de salud debe comenzar durante la infancia y, muy posiblemente, antes de la concepción.

Reconocimiento

Este trabajo fue apoyado por la Estación Experimental Agrícola George Washington Carver de la Facultad de Agricultura, Medio Ambiente y Nutrición de la Universidad de Tuskegee.

Conflicto de intereses

El autor declara que no hay conflicto de intereses.

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